miércoles, 22 de junio de 2011

Ayer me acordé de ti


Ayer me acordé de ti. Y fue por pura casualidad, hablando con un amigo sobre bares salió a relucir el nombre de la cafetería en la que tú y yo solíamos quedar cuando las circunstancias alejaron un poco nuestros caminos. Y me vinieron a la mente tantos recuerdos…

Hará 15 años o alguno más que nos conocimos. Era verano y nos presentó una amiga común a la que perdí la pista hace mucho tiempo. Eras diferente a las demás, siempre tan vacías y pensando en su imagen. Tú enseguida demostraste que eras mucho más que eso, que la imagen te importaba una mierda y que pensabas por ti misma. No eras el tipo de chica que se estilaba por la época, todas cortadas por el mismo patrón. Quizás por eso me llamabas tanto la atención.

Poco a poco nos fuimos conociendo y descubrimos que no éramos muy diferentes, que los diferentes eran los demás. Salíamos y nos divertíamos como todos nuestros amigos, pero de un modo distinto. Lo pasábamos bien observando a los demás, mirando los  defectos a los que se consideraban perfectos y sacando nuestras propias conclusiones. Podíamos hablar de cualquier cosa que nos viniera a la mente, lo que con otras no era posible por falta de neuronas. Sabíamos casi todo el uno del otro…

En invierno era diferente, nos veíamos cuando nuestras respectivas ocupaciones nos dejaban, siempre en un territorio neutral, Avilés, y siempre en la misma cafetería. Seguíamos igual que en verano, nos contábamos nuestras preocupaciones, nuestros problemas, curábamos mutuamente nuestras heridas y disfrutábamos de nuestros momentos buenos.

Tiempo después coincidimos en la facultad, en la misma clase. Nos pasábamos los días juntos, estudiando, intercambiando apuntes, tomando cafés por los alrededores. Siempre intentando pasar desapercibidos, siempre a nuestro aire.

Recuerdo como si fuera ayer el día que te fijaste en aquel niño pijo tan guapín, ese por el que las demás suspiraban y quedaste con él para tomar algo en una hora que teníamos libre. Yo me quedé en la facultad con aquellos tres de Candás esperando que volvieras. Volviste y dijiste una frase que nunca se me borrará del cerebro: “Tan guapo y tan vacuo, tú eres mil veces mejor”. Y me besaste.

La pena fue que funcionábamos mejor como amigos que como pareja y no duramos demasiado. Eso sí, fue intenso, pero llegó el momento de dejarlo por el bien de los dos. Intentamos volver al punto anterior, pensar que la relación era solamente un paréntesis, pero esas cosas siempre funcionan en la teoría, llevarlo a la práctica es casi imposible. La conclusión es que nos fuimos alejando.

Abandoné la facultad y separamos nuestros caminos, seguíamos quedando, pero cada vez más espaciadamente para al final dejar de vernos. Aún así, seguíamos hablando por teléfono y nos poníamos al día.

¿7 años ya que no nos vemos? No me acuerdo. La última vez yo ya estaba en San Ciprián y aún no tenía coche, así que esa debe ser la cifra correcta. Quedamos en nuestra cafetería preferida, esa que ya considerábamos como nuestra. Hacía tiempo que no nos veíamos, pero parecía que nada hubiese cambiado. Pero la realidad es que todo era diferente.

A partir de esa ocasión, no he vuelto a pisar ese lugar. Seguimos hablando muy de vez en cuando por teléfono, me felicitas por mi cumpleaños y yo te sigo felicitando por tu santo (siempre tu santo, eres tan peculiar que nunca celebras tu cumpleaños). Un día de éstos te llamaré, volveremos a hablar, a quedar en esa misma cafetería y veremos cuánto hemos cambiado en estos más de 15 años.

1 comentario:

Juanjo Sánchez dijo...

Pues sí que necesitabas "algo" que te inspirara ;-)
Muy bueno!!!