Creo que tod@s tenemos algún rincón favorito al que acudimos cuando queremos estar solos, para desconectar de nuestros problemas y preocupaciones o simplemente para relajarnos. Hoy, después de dos malos días, he vuelto al mío y ha merecido la pena.
He salido de casa a dar mi típico paseo diario y, atravesando el istmo que separa el pueblo de la península del faro, en vez de girar a la izquierda para llegar al puerto como hago habitualmente, sin darme cuenta, mis pasos se dirigieron a la derecha. Crucé el prado del área recreativa, dejando a un lado la carretera del faro y al otro la playa y llegué a la zona rocosa que el paso del tiempo y la acción del mar ha dejado redondeada.
Me senté en una roca, a unos cinco metros del lugar donde rompen las olas en la pleamar y respiré hondo. Miré la inmensa masa de agua hasta la línea del horizonte. el olor del mar penetró en mis pulmones mientras una ligera brisa enfriaba mi cara. Me tumbé en la roca mirando el cielo azul y cerré los ojos...Las preocupaciones, los problemas, incluso ELLA, volaron de mi mente durante un rato y me sentí bien. No sé cuánto tiempo pasé allí.
Me levanté y, desandando el camino me sentí relajado, limpio, al fin y al cabo era lo que buscaba.
Ahora, de nuevo en casa, la vida vuelve a ser igual que antes, las preocupaciones, los problemas e incluso ELLA vuelven a estar ahí y mañana puede volver a ser un mal día, pero estoy mejor y sé que siempre tendré cerca MI RINCÓN.