miércoles, 1 de junio de 2011

Ascensos, descensos y fiestas de prao

Uno de los fines de semana más intensos de lo que va de año comenzó muy pronto la mañana del sábado. Me desperté a las 7 y poco y con los nervios que tenía por lo que me podía esperar me levanté. Un buen presagio, el cielo estaba muy azul, como la camiseta del equipo de mis amores. Algún otro insomne en el Facebook, como Felipe, también levantado y expectante, o Eneko, anunciando su plan del día, Giro de Italia y partido del Marino por Onda Peñes. Hice algo por casa, preparé todo y arranqué hacia Luanco, dispuesto a vivir el momento histórico del primer ascenso a 2ªB en casa del CLUB MARINO DE LUANCO.

Llegué sobre las 12:30 y llamé a Felipe. Desayuno en el Cabu Peñes y al muelle, a ver si la quedada organizada tenía éxito. Un par de cervezas hablando con gente y, a eso de las 2 llegan Aida y Julio e, inmediatamente detrás y por sorpresa, Eneko y Garrutxo. Gritos, abrazos y es que a las 9 de la mañana estaban en Madrid. 500 kilómetros para ver a nuestro equipín. Llegan Rafa y Silvia y proseguimos el recorrido por diversos lugares del pueblo hasta llegar a Miramar.

Gran ambiente en el campo y superioridad local, 3-0 y ascenso a 2ªB. Risas, lágrimas, abrazos, cánticos, llamadas telefónicas (ya no sé cuántas veces nos llamó Burilo), SMS de felicitación, pérdida de papeles e incluso de móviles y a celebrarlo un poco hasta que llegara la hora de ver la final de Champions. Lo previsto era que yo la viera en Las Bárzanas en la finca de Anna, pero no me atreví a coger el coche, así que avisé que llegaría más tarde con las Veros. Del Barça-Manchester solamente vi la 1ª parte, debe ser la primera vez en 20 años o más que me pierdo el partido más importante de Europa.

Llegar a la finca fue un poco difícil, ya que no sabíamos el camino y era bien complicado, pero al final llegamos, picamos algo con la gente que ya estaba allí, tomamos unas botellas y nos fuimos a la fiesta. La de Las Bárzanas es la fiesta de prao que da el pistoletazo inicial de las fiestas en Asturias y siempre está hasta arriba de gente. El camino era cuesta abajo y alguno ya iba lanzado. Ya en el prao encontramos a Frank y ya no paramos de cantar, bailar y tomar sidra. La noche se hizo corta… lo realmente largo fue el viaje de vuelta.

Como ya dije, el camino de vuelta era cuesta abajo, con lo que, como es lógico volver se nos hizo muy cuesta arriba. Y no por la subida, sino porque nos perdimos por grupos, Vero y Vero por un lado, Carlos por otro, Anna con Frank y Diego y Viks conmigo. Viks y yo perdimos a Diego y no sabíamos dónde estábamos, debimos pasar 4 veces por un sitio en el que había que girar a la derecha y seguíamos rectos, dábamos la vuelta y nos perdíamos otra vez. Vero me llamaba para saber dónde estábamos y yo no sabía decirle dónde, pero ellas tampoco lo sabían. Al final llegó Anna y nos encontró sentados en un murín y nos indicó el camino, yéndose a buscar a los demás. Ahí cometí el error de la noche: cogí el teléfono y llamé a alguien. Ese alguien también cometió un error: no rechazó la llamada. De la conversación hay que sacar dos conclusiones: ver la cara de asombro de Viks y que la próxima vez dejo el móvil en casa…

El domingo llegó más gente, barbacoa y retirada, unos a sus casas y otros a Mieres. Sí, más fútbol, ver cómo el Caudal de nuestro Miguelín intentaba no descender a 3ª. Allí nos fuimos Vero, Fredo, Diego y yo y allí nos esperaba Silvia. Resaca, calor, poco fútbol y mucha emoción, dos goles con los que el Caudal forzaba la prórroga, espectáculo arbitral y un gol del Conquense que hacía desaparecer toda esperanza para el equipo de Mieres. Estuvimos esperando a Miguel mientras iban saliendo otros jugadores del equipo. Sus caras reflejaban la tristeza. Salió Miguel, le saludamos y hablamos un rato. Los aficionados de su equipo le daban ánimos y aplaudían y él, que se define como un “tipo duro”, se puso a llorar, haciendo saltar las lágrimas de su hermana, su novia y casi las mías y las de Diego. Nos despedimos y enfilamos camino de Luanco. Me quedé a dormir allí, no quería volver a Sanci con la falta de sueño que tenía, así que una ducha, una buena cenita y el lunes a las 5 de la mañana hacia casa, dejar la mochila, coger la ropa de trabajo y a currar. Ni que decir tiene que tras el curro directo a la cama a terminar de recuperar.

Miércoles ya, el fin de semana se acerca, pero los tres últimos me han dejado pocas reservas de energía. Y es que un finde largo en Madrid, una boda y este intenso fin de semana acaban con cualquiera y más cuando ya no tienes 20 años sino casi el doble. Así que creo que me toca un periodo de relax…

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