martes, 15 de noviembre de 2011

Desgana

Llevo dos días desganado. Salir del trabajo, llegar a casa y no apetecerme hacer absolutamente nada. Tirarme en el sofá con el mando de la tele y esperar que llegue el momento de irme a la cama. Ni siquiera me apetece continuar el libro que empecé a leer el domingo por la tarde. Hace diez minutos lo he intentado y no he sido capaz de leer una página.

Estamos a martes. Desgana, cansancio, ligero dolor de cabeza. Y aún queda la mayor parte de la semana laboral. Aunque no creo que sea consecuencia del trabajo. Lo achaco más a la tensión que han supuesto algunos acontecimientos de las últimas semanas. Tensión que, con los problemas en vías de solución, ha desaparecido y me ha dejado agotado.

Si a eso se le suman diversos problemas (casi siempre de índole sentimental) de determinada gente a la que siento muy cercana, termino dándole vueltas a la cabeza y, aunque no debería, me termina afectando. Tanto es así, que cuando me meto en la cama no tardo en dormirme porque estoy muerto.
Esperemos que los días que vienen sean mejores.

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