miércoles, 27 de julio de 2011

Y del tiempo mejor no hablamos

Días intensos: final del Tour, conciertos, viajes, farturas y visitas. 

Todo empezó el viernes. Salir del curro, comer y ponerse a ver la etapa de Alpe d'Huez mientras llegaban Raúl, Burilo y Gra. A su llegada empezamos a recibir llamadas de Eneko desde el mismísimo Alpe preguntando cómo iba la etapa. Tras informarle e informarnos él de más o menos a que altura estaba seguimos viendo la etapa. Y a 5,2 kilómetros de meta vimos a lo lejos una bandera de Asturies. Cuando se acercó la cámara vislumbramos un gorro naranja y ¡LA CAMISETA DEL MARINO! Saltamos de nuestros asientos como si el Marino hubiera ganado la Champions al grito de ¡Eneko, Eneko! Y es que no sé cómo se arregla, pero en todas partes aparece. Este año sin ir más lejos lo he visto también en un partido del Estu y apareció en Sanfermines.

Final de etapa, cañas y tren hasta Viveiro para ir al Festival Arreaocabo. Parada a tomar algo más, tomar unas pizzas que sin exagerar eran como volantes de autobús y paseíto hasta Celeiro para bajar la cena. Vuelta a casa en taxi y charla y algún DVD hasta bien entrada la madrugada.

El sábado por la mañana nos fuimos los cuatro a Luanco, con parada a comer en Casa Paquín. En enero me había defraudado a mí mismo, ya que no puede con medio cachopo, así que esta vez fui con ganas y me desquite del fracaso anterior, ya que incluso me atreví con tarta de queso de postre. Y es que, aunque más delgado, sigo siendo el mismo. Del resto del día poco que contar, ya que el día anterior me dejó bastante tocado y entre la siesta y marchar pronto para casa no hubo demasiado. Por lo menos me dio tiempo a ver a Shane, que andaba de visita por Luanco.

Y el domingo, nueva fartura, esta vez en La Tenada con la familia y Diego (que es como si lo fuera). Pote de berces, lomo con huevos y patatas, picadillo, callos, cordero y ternera, para rematar con arroz con leche y un chupitín de hierbas. Plácida sobremesa, tomar algo en Piedras con amigas de Aitana y vuelta a Galicia a disfrutar del lunes entero y la tarde del martes de la princesa de la casa. Y no es porque sea mi sobrina, pero es una cría guapísima.

Hoy ya no se la oye en casa y queda una sensación de vacío y de semitristeza, pero espero verla pronto. Y así acaban unos buenos e intensos días en los que lo único malo ha sido que con tanta fartura he cogido un par de kilos...
Y del tiempo mejor no hablamos

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