Ayer fue un día estupendo, aunque terminé agotado. Ya había comentado en la anterior entrada que pasaría el día en Luanco disfrutando de parte de la familia. Y disfruté mucho.
Salí pronto de casa y el día acompañaba para el viaje de dos horas escasas, sol y no demasiado calor. Viajé tranquilamente, con poco tráfico y escuchando la radio. Como no tenía demasiada prisa no hice el camino habitual por Tabaza, sino que me metí por Avilés y tomé la Avilés- Luanco, una carretera que cada día está peor. Ya podían arreglarla, aunque fuera sólo un poco.
Buscar aparcamiento resultó fácil, a pesar de ser Sábado Santo. Y es que aparcar en Luanco en un día soleado y en fiestas puede resultar tarea difícil, pero conociendo el lugar siempre se tienen más facilidades.
Quedar con la familia, saludar a Aitana y a Antonio y ver de nuevo a mi princesa, dormida y aún más guapa que la última vez. Llamada a Pepe y Angelines, que nos querían ver desde hace mucho tiempo. La niña se despierta, se despereza y lo primero que hace al ver gente es sonreir. Se me cae la baba.
Hablar, pasear por La Ribera, subir la Cuesta del Reloj, pararse a hablar con gente que no conocía a la nena, visita al Muelle, atestado de gente, paseo por la playa hasta el Gayo. Angelines comentando que no se podía imaginar que estuviese así con la niña... Y es que se me nota demasiado que estoy encantado, jeje.
Comer, otro paseo, helado, varios cafés, partido de fútbol, fotos, ver a más gente, comentarios sobre mi delgadez (17 kilos se notan demasiado), despedida y vuelta a San Ciprián. Se hace de noche y llueve a ratos, me gusta conducir, pero ese tipo de circunstancias es el que peor llevo. A 10 kilómetros de casa aparece Darth Vader con su espada láser haciéndome parar. Saca un aparato tecnológico y me ordena soplar. El resultado es satisfactorio y me indica que puedo proseguir.
Llamo a Diego, salgo a tomar algo y sobre las 2 de la mañana el cuerpo dice basta. Las horas de coche, el paseo, las emociones y esa preciosidad de 4 meses me han dejado agotado. Así que me voy a casa, a la cama diciendo que mañana será otro día y que tengo que escribir algo para recordar los buenos momentos pasados y compartirlos con vosotros.
Es domingo, mañana muchos vuelven al trabajo. A mí todavía me quedan unos días y muchos kilómetros antes de reincorporarme el jueves a la vida laboral. Intentaré disfrutar y descansar lo que pueda
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