miércoles, 25 de mayo de 2011

Madrid II. Terminamos por el principio


Y después de tres entradas bastante políticas (alguna más habrá, tiempo al tiempo) vamos a volver a lo de siempre. Y lo penúltimo fue el viaje a Madrid 20 años después, porque aprovechando que tenía 4 días sin trabajo y que el sábado 14 tocaba Dixebra allí por 1ª vez en 24 años de carrera, el viernes 13 nada más salir de currar me fui a la capital estatal a casa de dos exiliados, Eneko y Garrutxo (siempre con tx, jeje). Viaje tranquilo, buen tiempo y llegada sin perderme gracias a las indicaciones que me dieron el día anterior. Y para empezar un lujo: aparcar a 20 metros del portal de la casa y sin tener que dar vueltas para conseguir una plaza.

Saludar, dejar la maleta, ver un rato la tele mientras se preparan, llamar a mi madre para que se quede tranquila y avisar a Patri que había llegado a su “pueblo”. Y luego a quemar Madrid. Metro a menos de 100 metros de casa (para que te quejes de Espe y Albertito, Eneko) y en 25 minutos pasamos de la tranquilidad de San Blas al bullicio de la Puerta del Sol. Callejear y tomar cañas y tapas por los bares más asturianos del centro (por curiosidad, ¿alguien me puede explicar por qué para ir al baño en el 90% de los bares de Madrid hay que bajar escaleras? Me daba la sensación de que estaba en los vestuarios de Miramar), hablar de todo un poco, ver al repeinado de Tamargo (ex representante de Villa y de mi amigo Miguelín, entre otros), conocer a dos chavalas muy majas como Susana y Mónica y debut en el Templo del Fato (Templo del Gato para los no iniciados). Eso de ver fotos de los Pérez Cobas Brothers en un garito de Madrid  y ver la famosa pintada de “Mariano Pola” en los baños no tiene precio. Chupito de tequila para no perder las costumbres y pasar a los cacharros. Y allí conocimos a un andaluz y unos galeses que me sirvieron de cobayas para practicar mis conocimientos de inglés (pocos) y mis conocimientos de rugby (menos aún). Luego vino el atraco y el intento de envenenamiento en otro bar (Garibaldi, para que todo el mundo lo sepa). Y es que cobrarte 7 euros por un whisky con cola y que te echen algo peor que lejía tendría que estar penado por la ley. Al final, vuelta a casa en taxi con Garru haciendo de guía turístico (esa es la Cibeles, esa la Puerta de Alcalá, etc.)

El sábado amaneció un día chulo de sol, Garru se fue pronto y Eneko y yo nos quedamos vegetando hasta las 6, que había quedado con un compañero de trabajo para tomar algo. Y amaneció con sol, pero a media tarde empezó a caer agua. Así que salimos para hacer el mismo camino que el día anterior, hasta Sol, tomar cañas, hablar, conocer al Señor Madrid (jeje), despedirnos de él, coger el Metro para acercarnos hasta el local donde tocaba Dixebra (eran 10 minutos a pie, pero llovía), tomar algo por los alrededores (vaya garito guapo al que me llevó, de lo cutre que es mola), volver a la sala de conciertos, ver a gente conocida, saludar a Xune, esperar a otro compañero de curro de Eneko que venía al concierto. Ya dentro, Dixebra no defraudó, escuchar a Xune hablar en castellano resulta curioso, la gente no paró de cantar y bailar e incluso tuve mis 10 segundos de fama cantando un trozo de “Mañana fría” al micro. Al final, Eneko y yo nos llevamos una baqueta de Jorge de regalo, aunque esta vez perdimos nuestra costumbre de comprar una camiseta en un concierto… pero porque se habían agotado. Lo que dolió fueron los 5 euros que nos cobraron por una San Miguel… Ya fuera de la sala, paseo por Madrid, comprarle una birra a un chino y vuelta a casa pronto en taxi, porque el domingo por la mañana se preparaba una buena… Bueno, falta por decir que Burilo llamó 2 o 20 veces para preguntar por el concierto…

Sí, porque si los dos días anteriores habían sido buenos, el domingo fue aún mejor. Eneko, Garru, Susana y yo nos fuimos a tomar cañas a La Latina, dónde el primero había quedado con unos amigos comunes. Por allí empezaron a llegar Pontón con Isa y unos amigos, luego se acercaron Edgar y Silvia y, por casualidad, apareció Salvi con un amigo, Manolo (rebautizado como Antonio) que iba a coger el AVE a Sevilla. Viendo lo que se cocía, cambió el billete para las 9 de la noche. Cañas, tapas, cánticos, hasta que no pudimos más, muchas risas, Eneko llamando a medio Luanco por el móvil, conversaciones pendientes, puestas al día, fotos… Un gran día, pero a eso de las 10 de la noche algunos cuerpos no daban para más y decidimos marcharnos a casa, pero esta vez en Metro.

El lunes me levanté pronto, me tocaba viaje hasta casa de mi hermana. Día en familia, jugar con mi sobrina y comer “en condiciones” por primer vez en 4 días. Relax para volver el martes para casa, que el miércoles había que trabajar. Y desde que llegué ese martes estoy “indignado”, como tantos otros.

En resumen, buenos días los pasados en Madrid, aunque por motivos laborales no pude ver a Patri, Silvia y Fer y por falta de coordinación a Maud. Volveré y esta vez no pienso tardar 20 años.

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