En medio de la noche. En medio de la calle. En medio de la nada. Al doblar una esquina apareces mucho tiempo después de la última vez. Te sorprendes, no esperabas encontrarme ni en ese lugar ni a esa hora. Pero seguidamente sonríes y me besas. Hablamos unos minutos. De tu vida. De mi vida. Los dos pasamos por alto lo que pudiera haber sido "nuestra" vida. Nunca dijimos que aquella separación significase un adiós definitivo. A pesar de todo podemos seguir siendo "amigos". Mientras hablamos te miro a los ojos. Te das cuenta de que estoy jugando a un juego muy antiguo y sostienes la mirada. Pero no demasiado tiempo. No puedes ganar, es la primera vez que estamos cara a cara y en solitario desde aquel día y sabes que no actuaste bien. Bajas la mirada hacia el suelo y dudas un poco. Pero son unos segundos. Enseguida vuelves a mirarme y me distraigo en tus ojos, tu pelo, tu boca. Los recuerdos de "nuestra" vida se agolpan en mi cerebro y antes de caer en un error doy la conversación por terminada con un "Es tarde, debemos seguir nuestro camino". Me vuelves a besar y te despides con ese gesto tan tuyo de acariciar mi hombro. Dices "Tenemos que quedar para tomar algo, te llamaré". Siempre tienes que tener la última palabra.
Los dos sabemos que esa llamada no se producirá...
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