viernes, 16 de diciembre de 2011

Enamorarse...

Lo reconozco: soy muy enamoradizo. Me enamoro muchas veces a lo largo del año. Puedo enamorarme de una película, de una canción, de un libro, de un edificio, de una mirada, de una sonrisa... 

Sin ir más lejos, en las últimas dos semanas me he enamorado de una ciudad, de un atardecer, de una escultura, de una camisa (lamentablemente no había mi talla), de un paisaje. Y he recordado otros amores que ya tenía, como la mirada y la sonrisa de mi sobrina.

Lo peor (o mejor, según como lo mire) es que creo que me estoy enamorando de ti...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que procurar no dejar las cosas del amor en manos exclusivamente del corazón. De entrada, lo que más nos llama la atención es el aspecto físico de alguien. De repente, conocernos a una persona que «nos gusta». No es solo su menor o mayor belleza física; es algo más, difícil de precisar. Los gestos, la forma de hablar, de moverse, nos resultan especialmente atractivos. Más tarde, su forma de comportarse, la relación que se va poco a poco estableciendo con esa persona, tienen algo de sugestivo, de especial, que nos va cautivando sin damos cuenta.

Josín dijo...

De entrada ya no soy de los que se fijan demasiado en el físico. Los que me conocen bien lo saben. Es más, a veces ni siquiera busco, simplemente me sorprendo a mí mismo dándome cuenta de que cierta persona ha derribado todas mis barreras de seguridad.
PD.: Podías firmar, Anónimo

Anónimo dijo...

A veces, se produce un «amor a primera vista», un «flechazo». En otras ocasiones, esa persona puede resultarnos poco interesante de entrada, incluso desagradable o pretenciosa. Sin embargo, según la vamos conociendo más, cambiamos la opinión que en un principio nos habíamos forjado sobre ella, volviéndonos cada vez más receptivos.

El mismo Anónimo de antes ......

Josín dijo...

Estás cayendo en generalizaciones y obviedades. No estamos avanzando nada con nuestros comentarios