lunes, 7 de enero de 2013

Cinco años después

Estábamos de pie, en la cocina tomando un café. Acababa de terminar de meter todo el equipaje que podía llevar en el coche y se aproximaba la hora de emprender el viaje. Hablábamos de la noche anterior, del final de mi maldito 2007 y el inicio del 2008. Entonces le dije que mi vida iba a cambiar poco, que mis visitas iban a ser tan contínuas como hasta ese momento, que una o dos veces al mes me iban a tener que aguantar...

Le dio un sorbo al café y me miró y me dijo que eso era lo que yo pensaba y decía en ese momento. Que al principio sí que sería así, pero que con el tiempo las visitas se espaciarían, una al mes, luego cada mes y medio. Y que al final serían visitas puntuales y cuando fuera estrictamente necesario. Contesté que no, que eso era imposible.

Me acompañó hasta el coche, nos despedimos y me fui.

Cinco años después he de reconocer que, como la mayoría de las veces, Ana tenía razón.

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